martes, 9 de febrero de 2016

Los huevos de Hinojal

Empiezo a pensar que puede dar la sensación de que tengo una extraña obsesión con los huevos... 
Un recuerdo es una memoria que se hace de una cosa pasada, los recuerdos surgen por olores o sabores. ¿Quien no recuerda tardes de sol con el olor de crema sol o piensa en Marruecos al oler el curry?
Mi recuerdo más tierno asociado a  la comida o al sabor de un alimento concreto me transporta a noches de verano en las que mis padres improvisaban cenas, tras pasar un día en el pueblo, con huevos y pan.
Pero no valían unos huevos cualquiera, eran huevos de Hinojal, recogidos esa misma mañana por mi hermana y yo misma. Huevos de gallinas camperas criadas en libertad en el corral y alimentadas con restos de pan, verdura o patatas cocidas.
Los huevos de pueblo se distinguen a simple vista, son desiguales, más hermanos que fotocopias. La yema es rojiza y en ocasiones salen doble.


Una manía un tanto peculiar que tengo es no hacer nunca tortilla con estos huevos, ni cocerlos. La mejor forma de degustarlos y viajar gastronómicamente al pasado es friéndolo o haciéndolo a la plancha y untando un cachito de pan en la yema rojiza.

 
Algunas recetas:
Huevo sobre berenjena.
Zarangollo.


Una curiosidad:
Este tipo de comida, que nos transporta a la infancia es llamada en inglés "Comfort food" No se que término existe en castellano.¿Comida emocional? ¿Comida de la abuela?



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